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cuando voy a la casa de la gente me gusta ver que libros tienen en sus estanterías. si los tienen, claro.. en ocasiones muero de envidia por los títulos que encuentro y de los que seguramente me encuentre a años luz y otras veces soy yo la que sale victoriosa. pocas veces. dos títulos llamaron poderosamente mi atención en una estantería del barrio de las letras: Nox de Anne Carson y El peregrino de Baker que además estaba en su lengua original. ahí había donde rascar. el problema de decir que te gusta leer y hablar de lo que tienes entre manos, lo que has leído o lo que estás por comprar es que puedes salir escaldado. con el rabo entre las patas me fui yo. porque yo no había leído, ni lo he hecho aún, el peregrino y me tiré a él cual depredador. el revolcon fue de los que hicieron época. fui carnaza de la buena. aprendí que no todo lo que escuchas son campanas. magullada llegué como pude a Nox y ahí, como golpe de efecto, dejé clara mi maestría del latín en la facultad mientras esperaba, en caso de ser necesario, que la memoria no me fallase sino quedaba más remedio que tirar de ella. el poema de catulo como panegírico, la muerte del hermano y los collage que adornan el libro me hicieron sentir que toda mi manga era un as y que Castilla era el doble de ancha. y ahí volví a patinar. hasta que me la pegué. porque con Anne Carson no se juega ni se presume, se lee en silencio y se aprende. me replegué como el libro que tiene formato de acordeón y lo dejé en la estantería. Baker decía en El peregrino que para un ave solamente hay dos clases de pajaros: los de su clase y los peligrosos. Algo parecido ocurre con los que leemos: hay dos especies, los que miran estanterías y los que las leen.
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hoy he recibido una master class culinaria y geográfica sin inscripción previa ni cita por adelantado. la cosa iba sobre los ravioli, siberia y el viaje que mi amiga Kat hizo a Moscú, porque no sólo de pasta vive el italiano. me cuenta Kat que su casera creía a pies juntilla que ellos,los siberianos, fueron los verdaderos creadores del ravioli y no los italianos. que lo único que yo puedo afirmar que inventaron los rusos es la ensaladilla y ya tengo mis dudas.. así que la conversación se ponía de lo más interesante. quería saber que de ruso tienen los ravioli como marco polo de chino. porque otra cosa que me queda claro es que los chinos Le ponen su etiqueta a todo.
De lo que me doy cuenta y quitando importancia a quien inventó tal o cual cosa, es que la comida como la buena literatura se basa más en la oralidad que en lo que te sirven en el plato o en las páginas de un libro y que, realmente, lo que cuenta es que haya siempre una buena conversación que haga perdurar esta costumbre.
domingo, 10 de mayo de 2020
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