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las noticias no paran de hablar de la desescalada. y yo no puedo nada más que imaginarme en lo alto de la montaña sujeta con veinte arneses e intentando buscar equilibrio. todo el rato nos hablan de lo importante que es ascender y de repente todos queremos estar a ras de suelo. no nos damos cuenta de que todo lo que sube está predestinado a bajar de antemano, las burbujas del champán, por ejemplo, un cohete, los globos... hasta cuando flotas de felicidad. volver al inicio es todo un proceso que no está exento de riesgos. si bajas demasiado rápido es probable que provoques un alud y si lo haces con demasiada calma puede que te quedes hasta a vivir allí. yo siempre he creído que el camino más difícil es el de la vuelta. cuando vuelves vas pasando por todo aquello que ya viste y viviste . volver es ser un poco ser ese hijo pródigo. volver es ir recogiendo las piedrecitas que tiraste por el camino para no perderte. volver nunca fue fácil como tampoco lo es bajar de la montaña.
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lo bueno de los días malos es que llega un momento en que acaban. quien no ha tenido uno de esos días en los que no eres capaz de dar pie con bola? tiras el café y manchas los papeles, vas al baño y el agua te salpica los pantalones, cierras la puerta con las llaves dentro o se te rompe la bolsa cuando vuelves del super... las cosas a veces se tuercen pero es su propia inclinación la que las lleva a volver a su sitio. yo tengo claro que no hay mal que un café no cure y que hay chocolate suficiente para sanar a un mundo entero. hoy tengo un día que no se en que escala medir y dos cafés en el cuerpo. lo bueno es que esto también pasará y que todo es más normal de lo que nos parece. nueva normalidad lo llaman ya algunos.
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