domingo, 26 de abril de 2020

indeleble

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es domingo, primavera, hace sol y algo de viento, llamo a quien no me escucha, error fatal diría el ordenador, olvido guardar cambios y parece que todo está como el día uno. de antes de todo esto. habrá un nuevo calendario a partir de ahora? cambiará la forma de nombrar las cosas, la forma de acercarme a las cosas? es curioso eso de las manías y el miedo. porque en ningún momento he tenido miedo por mi sino por el dolor de los demás. mis miedos y yo nos sentamos en la misma mesa y nos miramos a los ojos para ver quien es el valiente que se ríe antes. subo a la terraza y paso lista. no veo bajas. anoto el tick positivo. 3 grúas que apuntan al norte, a Atocha, al lugar que abre la puerta para volver a casa. pero igual que voy siempre vuelvo. todo ocurre mientras tanto. al oeste todos mis vecinos están en el mismo lugar que les dejé ayer. creo que desde sus terrazas no ven el pirulí de televisión española. yo si. como a las grúas imagino un ascensor de cien plantas para llegar hasta la punta y desde allí decirle adiós a los aviones como cuando era pequeña. al este la calle se empina y las nubes están en fila para irse desperdigando hacia el centro. al sur cientos de parabólicas y la cuerda de la ropa sintonizando el día. escribo esto al sol como si fuese un pintor intentando retratar una naturaleza. no sé en qué naturaleza vivo. qué ecosistema es este que hace que haya bichos que si me pueden comer. como Le cuento hoy a mi abuelo que si hay bichos en los que yo quepo en su barriga? escribo esto sentada al sol por eso de la vitamina que dicen los médicos,. escribo esto al sol para fraguar un recuerdo como esos rotuladores indelebles de velleda. 

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