cuando salgo a la calle siento vertigo. o más que vértigo siento que pierdo el equilibrio. noto una ligera tendencia hacia la derecha. como si mi pierna izquierda hubiese menguado. las calles están demasiado empinadas y casi puedo tocar el cielo con la mano. salgo a la calle porque hoy había demasiada gente en casa. demasiado ruido. demasiados invitados y ninguna invitación. siento un ligero mareo. la gravedad hace efecto. camino por el barrio hasta que encuentro el eje vertical. me doy cuenta que se acerca mayo. casi cincuenta días en casa. los sueños en pause. manteniendo el tipo. igual que yo. echo demasiadas cosas de menos. tengo los bolsillos vacíos. mi abuela siempre me decía que no cogiese nada de extraños. pilar adon, en cambio, decía que sólo aquel que tiene el amor lo cree prescindible.
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de todo lo que está ocurriendo, no ahí afuera, que es bien peliagudo, sino en mi pequeño cosmos siento una profunda tristeza por la piscina. me cuesta creer que este verano se quede como algo insulso, gris, con el agua sin depurar, sin escalera para meterte, sin escuchar que como el agua es del pozo va a estar fría hasta julio. sin avispas, con las golondrinas planeando para beber unas gotitas, con los renacuajos que no se como viven en la caja del desagüe, con el césped convertido en maleza y con mis gatos, más salvajes que nunca, agazapados cazando palomos. con la adelfa recubriendo el suelo de un blanco nuclear... qué ocurre con las cosas cuando no pueden ser? quién Le explica a las cosas lo que no puede ser? puede que alguien abriese el carrete antes de tiempo y ahora todo está todo velado?
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