Mi cita llega tarde. Muy tarde. Demasiado tarde. Da igual enfadarse,... exasperarse, suspirar, dar tres pasos firmes hacia la derecha, dar media vuelta y dar otros tres pasos hacia el camino inverso.
Una vez ahí, volver al otro lado y así, una y otra vez. Mi cita llega tarde, muy tarde. Demasiado tarde… ¿Demasiado? ¿Qué significa demasiado? ¿Cómo se construyó esa palabra? No lo sé, la verdad. No tengo tan bien estudiado la asignatura de lenguaje humano.
Mi cita llega tarde, muy tarde y no sé qué hacer. Miro el móvil, me envió un mensaje desde WhatsApp diciendo que llega tarde. ¿Dónde se habrá metido esa mujer? Yo le iba a contar lo de García, de cómo le pararon los pies, lo del bulto que tengo en la rodilla ¿Dónde se habrá metido esa mujer? ¿A qué viene ahora Javier Krahe? Sí, es verdad. Mi cita llega tarde. Muy tarde.
Demasiado tarde. Me aburro y tengo hambre.
Cerca veo una chica muy guapa entrando en una cafetería con muy buena pinta. Allá que voy. Me siento en una de las mesas pegadas a las paredes de cristal. Se acerca el camarero a preguntarme qué deseo. Evidentemente, no le digo “hágame el favor de traerme a mi cita ya”. Con desgana pido una caña sin caer en la cuenta de que mi definición de caña y la que tiene el bar coincide en tamaño, cantidad y calidad. Para aumentar la dicha, acompaña la brillante, burbujeante y lustrosa rubia, cubierta con la justa cantidad de blanca espuma; un solomillo jugoso, en su salsa.
Finalmente llegó la cita cuando ya ni la esperaba. Había disfrutado de todo cuanto trajo el camarero, de las vistas, de leer lo que se decía en las redes, de oír lo que se contaban en las mesas de alrededores. La espera había pasado de ser un cúmulo de nerviosismo a convertirse en una excelente oportunidad para un íntimo y discreto diálogo con uno mismo.
Mi cita llegó casi sin aliento y con el rostro desencajado de tanta prisa que se había dado.
“Cosas del trabajo”, empezó diciendo, mientras le ofrecía compartir mesa y que me acompañara en la búsqueda de la tercera caña.
Al final aprendí que e verdadero valor de esperar, consiste en disfrutar de la soledad.
Y Javier Khrae ??? Por que ??? Sentado frente a ti esperando y disfrutando de tu espera. Precioso relato !!
ResponderEliminarGracias de nuevo!!!!! Mil muackssss
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