PARÍS no es un lugar es un estado de ánimo.

Hay libros que se crean para decorar, otros para estudiar, algunos otros, incluso, para llegar a ser ojeados y luego están esos libros para ser leídos dos veces: la primera en casa y acompañado de un té; la segunda en París, en algún banco de la Rue Pont Louis Philippe.

 

Cuando París no es un lugar sino un estado de ánimo teñido de verde se puede recrear Una tienda en París de Máxim Huerta.

 

 

 

Dos personajes en busca de la felicidad, una señorita Rotermeyer, pintores, burdeles, un caballero y Coco Chanel mueven los hilos de esta tienda parisina tan particular.

Historias entrelazadas, la de Teresa y la de Alice, que, por culpa de un antiquísimo cartel que colgaba solitario en una tienda de antigüedades de Madrid, hace que sus vidas se fundan en una.

 

Tras una vida gris, a carboncillo, Teresa se siente liberada tras la muerte de su tía Brígida y decide desocupar su vagaje emocional marchándose a París. Una decisión que la vino a buscar el mismo día que compró el cartel de la que fue la tienda de Alice Humbert, el mismo día ,también, que la radio se puso en funcionamiento e inundó la casa con  je ne sais pas qui tu peux etre. je ne suis pas qui tu esperes...el día que descubrió una dirección en el reverso del cuadro. Un cúmulo de casualidades que la catapultan a París sin más preámbulos.

 

Una técnica del flashback tan sencilla como impresionante deja a Teresa en standby para pasar a conocer la historia de la delicada Alice Humbert, que pasó de los suburbios del París del Moulan Rouge a trabajar en los mismísimos talleres de Coco Chanel y brillar vestida por Lanvin incluso en las noches sin luna.

 

Lo que los avatares del destino deparan a estas dos mujeres, tan diferentes y tan iguales a la vez,  ya es cosa tuya, lector, pero te aseguro que el tertuliano de Ana Rosa Quintana sabe mucho del corazón femenino, de lo que ocurre en las noches más oscuras y frías y de París.

 

 

                                          fachada de la tienda de Alice Humbert y posteriormente

                                          de Teresa en el número 10 de la Rue Pont Louis Phillipe.