Era ella, ¡no me lo podía creer! ¡Estaba aquí! Pero, ¿qué hacía aquí, si aquí no hay nada que hacer?
Mi mejor amiga de la ciudad había venido a salvarme o a desquiciarse cuando descubriera que en este apartado lugar, donde solo hay una calle y un par de casas, no hay nada que hacer. Absolutamente nada qué hacer.
Salí de esa casa pequeña, fría y oscura y crucé la calle hasta que llegué a una minúscula plazoleta que mi GPS no reconocía. ¿Dónde diablos está? ¿Por qué ha desaparecido? ¡Madre mía me estoy volviendo loco! ¡Quiero irme de aquí!
Salí de la plaza buscando a aquella chica que creía mi amiga por todo el pueblo, ¡si no tiene pérdida! Pero no aparecía. Pufff, el calor era insoportable y no tenía ropa de verano. Me vine con mi Lacoste y mis pantalones de Purificación García y mi chaqueta de Monte Picaza, ¡a la mierda todo!
Cuando creía que ya todo estaba perdido y que ya no tenía nada que hacer en aquel lugar, sucedió… Una carta del jefe.
CONTINUARÁ.
En la Radio de ModernoDePueblo suena
0 comentarios:
Publicar un comentario