Releer el manual de los buenos modales, ajustar el cinturón y calarte el gorro hasta las orejas. Abrir el paraguas y estirar la mano. Mirar lo que ocurre y pensar lo que se observa. Poner el tiempo en espera y regar los minutos mientras silba la tetera. Lanzar los dados y comerte una y contar hasta el día siguiente. Que los grandes genios siempre estuvieron un poco locos, o un poco sordos, que la vida es más bonita a través de un cristal de Swarosvky y que para tener un golpe de suerte solo hay que remover el celofán que aprisiona tu palabra.
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