martes, 14 de abril de 2020

intermezzo

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cada día es una aventura. nunca sabes lo que puede pasar. pero hasta en los peores momentos hay una salida  que  te salva en el último momento. días de encierro, un portátil que no enciende y síndromes de ciudades que jamás visitaré, en el trigésimo segundo día de mi confinamiento cayó una estrella fugaz que de tan deseada me dio un regalo: un café del bar. sabes cuando la sonrisa no te cabe en la cara? Pues eso. quien me conoce apostillara que 32 es par a lo que yo responderé que los números van del 0 al 9 y que 3 +2 son 5 y cinco [ no insertar rima] es mi número favorito y por supuesto impar. la cafeína recorre mis venas y a las duras y a las maduras la noche me pilla aún muy lejos para pensar que no voy a dormir.
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albert espinosa hablaba estos días como para salir del hospital tuvo que dejar a cambio una pierna y un pulmón. parece un precio muy caro, verdad? ya te digo que si. El tuvo que parar el mundo para poderlo mover de nuevo. e hizo de esto un mantra. los que mueven el mundo son aquellos capaces de pararlo. de crear ese intermezzo, un impasse, un break, un vuelvo en cinco minutos, para arreglar ese pequeño problema y volver a abrir la puerta con la sonrisa en los labios va este confinamiento. y nosotros, sin duda, volveremos completos, como si sólo hubiésemos activado la siguiente alarma del despertador. tan sólo es cuestión de recordar, como dice Albert, que los días grises en realidad son igual de claros que los otros, lo que ocurre es que están fuera de contexto. y voy añadir una de las frases que más me gustó de su libro el mundo amarillo: si crees en los sueños ellos se crearán. esto, estemos confinados o no, va de creer. 

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