<< los nombres son mágicos. nombramos a nuestros amantes antes de dormir aunque no nos acompañen. las madres acaricia sus panzas mientras susurran a sus pequeños hijos. los muertos también tienen nombres. y eso es algo que nadie puede quitarles. llorar y llamar a los muertos. debemos hacer ambas cosas. susurrar sus nombres como hicieran sus madres, escribirlos sobre la piedra, pegarlos a la tierra, leerlos en voz alta.
vuelvo a leer la lista
Eva Belén Abad Quijada,
Óscar Abril Alegre... >>
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de alguna u otra manera estoy segura que todos recordamos que estábamos haciendo o que dejamos de hacer en el momento en que la noticia del atentado de Madrid el 11M taladraba los oídos, el cerebro, el corazón... el mundo.
yo estaba recién levantada, deambulando entre la cocina, el baño, el que voy a ponerme y voy a imprimir más curriculum porque quiero irme a Madrid. nada especial que presagiara lo que ya estaba ocurriendo. tenía 24 años y no sabía de la misa la media. Y, de repente, aquello que en 2001 contaba Matías Prats a la vez que la tele mostraba como un segundo avión se estrellaba con la otra torre gemela, cobraba vida tres años más tarde a menos de 250 km de mi casa. Que-iba-a-pasar-ahora.
Nuria Labari se llena de valor y da nombre y corporeidad a lo ocurrido aquel día y todos los que vinieron detrás. miedo, desolación, sangre, ruido y frío. mucho frío. ese tipo de frío que no se va ni después de un baño caliente. ese frío que agrieta para que vuelva a entrar la luz que hace brillar.
Un relato que conjuga lo sucedido en primera persona con la ficción de un matrimonio en crisis y la sensación de que muchas veces sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Un ejercicio de introspección y puede que hasta de expiación por todo aquello que pudimos hacer y no hicimos. ..
vuelvo a leer la lista
Eva Belén Abad Quijada,
Óscar Abril Alegre... >>
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de alguna u otra manera estoy segura que todos recordamos que estábamos haciendo o que dejamos de hacer en el momento en que la noticia del atentado de Madrid el 11M taladraba los oídos, el cerebro, el corazón... el mundo.
yo estaba recién levantada, deambulando entre la cocina, el baño, el que voy a ponerme y voy a imprimir más curriculum porque quiero irme a Madrid. nada especial que presagiara lo que ya estaba ocurriendo. tenía 24 años y no sabía de la misa la media. Y, de repente, aquello que en 2001 contaba Matías Prats a la vez que la tele mostraba como un segundo avión se estrellaba con la otra torre gemela, cobraba vida tres años más tarde a menos de 250 km de mi casa. Que-iba-a-pasar-ahora.
Nuria Labari se llena de valor y da nombre y corporeidad a lo ocurrido aquel día y todos los que vinieron detrás. miedo, desolación, sangre, ruido y frío. mucho frío. ese tipo de frío que no se va ni después de un baño caliente. ese frío que agrieta para que vuelva a entrar la luz que hace brillar.
Un relato que conjuga lo sucedido en primera persona con la ficción de un matrimonio en crisis y la sensación de que muchas veces sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Un ejercicio de introspección y puede que hasta de expiación por todo aquello que pudimos hacer y no hicimos. ..
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